El pasado jueves 31 de mayo, tuvimos la suerte de conocer a D. Félix, natural de San Martín de Trevejo, quien se ofreció a concedernos una entrevista contándonos algunas anécdotas reales de su vida relacionadas con la correspondencia que, todavía a principios de los años 60,

se recibía en la antigua oficina de Correos de este emblemático pueblo de la Sierra de Gata. Desde CaceresVirtual.Org queremos agradecer a Félix su colaboración y su amabilidad al invitarnos también a unos vinitos de pitarra en su bodega familiar (espacio típico de la vida de esta localidad), y a Mili que nos facilitara un espacio tan agradable para conversar como es su Restaurante Os Arcus. Nos contó Félix…

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“La antigua oficina de Correos de San Martín de Trevejo pasó de padre a hijo y fue en ese momento cuando la trasladaron físicamente a la clínica vieja del pueblo. Hoy en día la atiende Chelo, la esposa de Pedro, el que la heredó, con quien he tomado tragos de vino muchas veces, y con su padre también. Yo llegué a echar cartas certificadas muchas veces a través de su puerta. Estuve en Alemania durante 10 años y 3 meses trabajando en la fábrica de Opel. Durante el primer año, le escribía todas las semanas a mi mujer para contarle cómo me iba. Entonces uno era joven y la echaba de menos…

Llegué a Alemania en el año 1.963. Me fui de aquí con 2.200 pesetas que me las dejó un hermano mío para el viaje y para comprar una chaqueta o lo que fuera porque no tenía nada. Vivía en una casita arrendada, ¡tú verás! Me fui de emigrante a rodar por el mundo pero tenía allí un hermano y ya me tenía un permiso de trabajo, porque en Alemania, si llegabas y no tenías permiso de trabajo, te agarraba la policía y para casa. El primer año en Alemania, eras transeúnte y al año pasabas a ser residente. Trabajaba en la Opel ocho horas diarias. Después, había una casa de campo y me iba a dar el ocaso. Me daban dos comidas al día, una antes de empezar a trabajar y otra cuando acababa, y me pagaban las horas igual que ganaba en la fábrica. Me compré una gabardina, un traje, tres o cuatro camisas, un par de zapatos y lo de comer…todo esto de las horas, ¿eh? El sueldo que ganaba todo se lo mandaba a la mujer. Y en aquel entonces, allá por el 63, ya le mandaba yo 1.000 marcos (que valía el marco 14,50). Venían a ser veinte o veinticinco mil pesetas. Antes de regresar de Alemania en el año 73, ahorrábamos mi mujer y yo, sin quitarnos de comer, que yo no soy de los que me he quitado nunca de comer, 50.000 ptas. todos los meses. Y al llegar, tiré una casa y la hice nueva aquí en San Martín de Trevejo que me costó entonces 466.000 ptas. la obra. Pagaba con 1.000 ptas. dos albañiles y dos peones, ¡los cuatro con 1.000 ptas.!

1FelixYo casi no aprendí el alemán porque trabajé mucho con griegos, que es la gente más parecida que hay a nosotros en el trabajo y en el compañerismo. A los dos o tres meses de llegar yo a Alemania, había allí un muchacho marroquí que era veterano y me dijo que si quería trabajar con él (porque trabajábamos en parejas en la limpieza de la fábrica). Hacía el doble de trabajo que yo cuando empezamos, pero él veía que yo tenía interés por aprender y aprendí. Había ocasiones que el buzo de trabajo acababa tan sucio que, si lo hubiera puesto de pie, se hubiera aguantado solo. Teníamos tres buzos con el número, que allí no te preguntaban nunca el nombre. Allí no hacía más que mirarte la policía el número. Yo era el 76.880, nunca se me olvidará.

Tengo dos hermanos, que los dos estuvieron en Alemania también. Uno estaba en el norte y yo he tenido varias riñas con él porque me decía “has nacido en el campo, ¿y te vas a meter en el campo?”, pero yo he sido muy feliz en la tierra, siempre he sido muy pueblero. Yo con 20 duros aquí en el pueblo he sido más feliz que en Alemania con 1.000 marcos en el bolsillo. A pesar de tener muy buenos recuerdos de allí, a mí de Alemania solo me gustó una cosa, las perras. Yo no he sido más feliz en ningún sitio del mundo que en San Martín de Trevejo.”